Del Amor, el Odio, el Valor, la Cobardía, el Respeto,
la Lealtad, el Honor, la Cordura, la Locura, la Tristeza
y demás pendejadas…
Recuerdo como si fuera ayer cómo fue que empezó todo…
La protagonista de nuestra historia es una señora muy guapa y muy trabajadora (a partes iguales), que atiende una panadería en la Terminal de buses donde yo viajo todos los días rumbo a mi casa…
De hecho, su panadería es el único sitio de ese lugar alejado de la mano de Dios donde se ve “una mano de mujer” en el arreglo del local, pues siempre tiene su local limpio y bien arreglado, además de que siempre se puede tener una conversación agradable con ella, o con su hija, antes de ir de regreso a casa…
Con el pasar del tiempo fuimos ganándonos la confianza el uno en la otra (y viceversa) y la señora me mencionó, en medio de nuestras ya tradicionales conversaciones, que tenía dos hijos: Un muchacho y una muchacha y que a ambos les interesaba mucho el modelaje, a lo cual me ofrecí, con mis conocimientos de fotografía, como “asesor” sin ningún costo, pues así se trata a la gente que le cae bien a uno…
Y así me presentó a sus dos hijos…
La nena, una muchacha alta, esbelta, preciosa, y muy despierta y comunicativa, era como una gota de agua al lado de su madre, lo cual le daba a uno una idea de cómo habría sido su madre cuando tuvo la misma edad que ella…
El muchacho, no sabía porque, al menos no en ese momento, se veía sumamente encerrado en sí mismo, como buscando aún su propia identidad, con esa necesidad inmensa en todo adolescente de pertenecer, de a encajar en algo o en algún lado y con un dolor que se le reflejaba en los ojos a kilómetros…
Luego su madre me explico que, dado que su vida, como la de tantas familias, no había sido la de una familia “estable”, eso lo había afectado a él mucho y por eso era así: El muchacho de la mirada triste era, básicamente, un rebelde sin causa, en busca de una causa, fuera esta la causa que fuera…
Yo, que soy hijo de un matrimonio divorciado y una familia destrozada, me identifique inmediatamente con el muchacho de la mirada triste, me recordaba mucho a mi mismo cuando tenía su edad, o eso yo creía en ese momento…
Y, tal como su madre me lo había mencionado anteriormente, él estaba muy interesado en todo lo relacionado con la música rock, cosa que me pareció de lo más interesante, valga la redundancia…
Si cruzamos más de un par de palabras aquella vez fue mucho, no sé porque, tal vez era muy tímido o no sé, pero ese fue nuestro único encuentro en el mundo real, que yo recuerde…
Durante los meses siguientes, cada vez que hablábamos, la señora me mencionaba que su hijo, el muchacho de la mirada triste, me admiraba, que me veía como un ejemplo a seguir, cosa que obviamente veía como algo demasiado exagerado de su parte, ya que yo no soy un ejemplo a seguir, simplemente soy alguien que vive por lo que cree, solo eso, ni más ni menos que eso y así se lo hacía saber a la señora, que su hijo debía buscar y encontrar su propia identidad y, si esto era lo que en verdad le gustaba, así sería por el resto de su vida y que no tratara de buscar ejemplos a seguir, que nadie debe seguir a nadie, cada cual debe ser el arquitecto de su propio destino, porque rendirle culto a la personalidad de un “líder” solo servido para justificar lo injustificable y la historia está llena de ejemplos de ello…
Luego ella me explicó que, luego de conocerme, su hijo empezó a frecuentar otros “muchachos” que les gustaba el Rock y que hacían “reuniones” (incluso algunas en su casa) y “retiros” en donde repetían una y otra vez frases como: “Si el Enemigo hace esto, nosotros haremos aquello” y que a ella escuchar esos términos le daba miedo, pero que una vez escuchó que mencionaban el nombre de alguna gente que “odiaban” y lo que iban a hacer con cada uno de ellos…
Y que en medio de todos esos nombres escuchó que decían mi nombre, y que lo repetían con odio muchas veces…
Y que, a partir de ese momento, aquel muchacho de mirada triste, el hijo de la señora de la Panadería, me odiaba a muerte, con igual o más intensidad de cómo me había admirado anteriormente, porque así se lo habían enseñado, ni más, ni menos…
Me pareció muy extraño todo eso, sonaba mas como una “secta” que como un grupo de muchachos que se reunían para escuchar Rock, pero luego, cuando me dijo que el “líder” del “grupo” era un tipo mucho mayor que el resto de los demás muchachos, que se comportaba muy extraño y que se maquillaba el rostro y se vestía con una gabardina, todo empezó a tomar forma…
Cada cierto tiempo, en nuestro querido Chiriquí, hemos tenido la desgracia de que aparece, de la nada, una que otra unidad así…
Hemos tenido de todo tipo de rarezas: Desde Nazis y Neo Nazis racistas (que no se han visto en un espejo para darse cuenta lo estúpido de sus ideas “arias”), a todas las posibles mezclas entre fanáticos religiosos, desequilibrados mentales con delirios de grandeza, gente con verdaderos problemas psiquiátricos, con déficit de atención, etcétera, etcétera, etcétera y la lista sigue…
Y ahora, esto, que parecía una mezcla entre el desarrollo del culto al líder de una secta milenarista suicida y la fijación mental de un sacerdote pedófilo por los menores de edad…
Como cualquier ser humano con sobrinos, me preocupó la situación…
Y no fui ni el primero, ni el único que pensó igual que yo al respecto, todo lo contrario…
Y pasó lo mismo que ha pasado anteriormente cuando algo así surge aquí en Chiriquí: La Resistencia se organizó, no de manera planificada, al menos no al principio, si no de manera espontanea, pues la misma idea le llegó a varias personas al mismo tiempo…
Esta preocupación colectiva fue evolucionado poco a poco hasta desembocar en un grupo llamado UNIÓN CHIRICANA POR LA DEFENSA DEL ROCK, que trabajaba (y trabaja) colectivamente tanto en el mundo real, como en las redes sociales en la web, y viceversa…
Y en medio del asunto, a través de una red social, el mencionado muchacho de las mirada triste, me retaba a pelear, básicamente, o algo así, la verdad no le entendía muy bien lo que me escribía, lo cual no necesariamente es culpa suya, pues a través de un escrito no se puede conocer totalmente que es lo que alguien quiere decir con tal o cual frase…
Falta de comunicación, de criterio, de identidad y de sentido común, ese ha sido el meollo de esta situación desde el principio, así de sencillo…
Al principio, no tenía ni idea de qué carajo era lo que me estaba escribiendo este chiquillo (no lo digo despectivamente, en serio, digo, tengo 34 años de edad y, a mi lado, quiéralo entender o no, es un chiquillo), pero luego que me dijo que era el hijo de la señora de la panadería y que me prohibía (así mismo como lo leen) que me les acercara a su madre y a su hermana, ya entendí por donde iba todo el asunto…
No le di color al asunto y seguí pasando todos los días por el mismo sitio todos los días, conversando con la señora de la panadería cuando se me daba la oportunidad, sin mayor novedad…
Pasó el tiempo y, a los meses, su madre me comentó, en medio de una conversación, que yo consideraba una más de las tantas que tenemos casi todos los días, que cual era el problema que tenía su hijo conmigo, y me mencionó algo sobre el rock o algo así…
Y yo me quedé con un gran signo de interrogación sobre mi cabeza…
Pero luego entendí de donde venia el asunto y de donde venía todo ese odio hacia mi…
Y, como yo adoro a mi Madre, le prometí a la señora que, por respeto a ella, yo no le iba a hacer nada a su hijo, por respeto a ella y solo y nada más que por eso y que se quedara tranquila, que le daba mi palabra de que por mi, ahí no había pasado nada…
Si se me considera un “cobarde” por esto, que se piense lo que sea de mí, no me interesa, lo más importante de luchar por algo no es el luchar en sí, sino el saber porque se lucha…
Y si la causa de todo lo que hago es el Amor, el Amor a mi Madre, ¿Cómo podría yo hacerle algo así a una señora, a una Madre que ha sufrido tanto en la vida, como la señora madre del muchacho de la mirada triste?
Si alguien iba a hacerla sufrir, no iba a ser yo, y yo soy un hombre de palabra, que cumple sus promesas, cueste lo que cueste…
Y pasó el tiempo, sin mayor novedad y, la verdad, ya me había olvidado del incidente…
Hasta hace unos días atrás…
Acababa de llegar de a acompañar a mi Madre a su última cita en el Hospital Oncológico y me dieron ganas de tomarme un refresco en la panadería de la señora, antes de tomar mi autobús rumbo a mi casa…
Estaba muy cansado, tenía casi 24 horas sin dormir…
Y empecé a conversar con la señora:
“Qué bonito collar lleva puesto, Señora, ¿donde lo consiguió?”, le dije
“Yo misma lo hice…” me dijo: “Lo cargo puesto porque hoy estoy de cumpleaños”
“Parece mentira, ¿hace un año de todo eso ya?”, le dije
“Y pensar que hace un año pasé por este mismo sitio, agarrado de la mano de mi ahora ex Amor y que luego diagnosticaron a mi Madre con Cáncer, nuevamente, y que luego mi ahora ex Amor me dejó total y absolutamente solo con mi dolor, cuando más la necesitaba y que tuve que decidir entre mi madre y ella…
Y me decidí por mi Madre…”
“Yo también perdí a mi madre por el Cáncer”, me dijo ella…
“Y estuve con ella durante toda su enfermedad, hasta que murió”
Y hablábamos de otras tantas cosas relacionadas a ese tema…
Y en eso, escuche, sin escuchar, una voz a mis espaldas:
“Contigo era que quería hablar”
Era el muchacho de la mirada triste…
Y esta vez, además de triste, destilaba odio por los poros…
Y me retó a pelear, mientras su madre le repetía, una y otra vez, que si ese era el regalo de cumpleaños que ella se merecía…
Y recordé mi promesa…
Y no le hice absolutamente nada al muchacho de la mirada triste, de hecho, bajé los brazos, porque si uno hace una promesa, debe cumplirla y no iba a ser yo quien le arruinara su cumpleaños a la señora de la panadería…
El que quiera entenderme, que entienda, y el que no, me da igual…
Pelear por pendejadas lo puede hacer cualquiera, cumplir sus promesas, solo unos cuantos…
Y como la moda y el status quo no es lo mío, prefiero quedarme con lo que unos cuantos hagan, así no me entiendan en el proceso…
Y, por cierto, él tampoco hizo nada contra mí, todo quedó en palabras, miradas amenazantes y un espectáculo teatral que no me tocaba protagonizar desde que mi ex me gritaba en público (pero eso es otra historia)
Y no pasó más nada…
La verdad, lamento mucho haberle hecho pasar ese momento tan desagradable a la señora, no fue mi intención, pero creo que dentro de lo que cabe, hice lo correcto, total, si yo soy el adulto en medio de esta situación tan ridícula y absurda, se supone que deba ser yo quien se comporte de manera madura y racional…
¿Es así o me equivoco?
Tal vez el muchacho de los ojos tristes ahora mismo no entienda porque yo hice lo que hice (lo cual no me extraña, le han llenado el alma con cantidades industriales de odio y así no puede ver mas allá de lo que le han mostrado, hasta que decida por si mismo abrir los ojos y si no decide hacerlo, tarde o temprano la vida se encargara de hacerlo por él), pero algún día lo entenderá, algún día entenderá que hacer feliz a tu Madre el día de su cumpleaños es lo verdaderamente importante y que todo lo demás son pendejadas…
Moraleja: A veces, hay que ser muy, muy valiente para tener los cojones de hacer algo que puede hacerte parecer como un total y absoluto pendejo…
Siendo así, me declaro culpable de todos los cargos…
Y a mucha honra…
Por: Ezequiel
(César Santos Jr.)
septiembre6@hotmail.com
(507) 65934165
29 de Enero de 2011