Por César Santos Jr.
17 de Octubre de 2012
Crecí
escuchando las historias de mi madre.
Por
su causa soy un apasionado de los comics y un militante de todas las causas
dignas de ser luchadas.
Ella
me contó que de niña se creía la Mujer Maravilla y con esa fantasía infantil en
mente se trepó al techo de la cocina de la casa de mis abuelos y desde ahí se
tiró, creyéndose una súper heroína.
El
resultado de semejante hazaña fue la boca rota y un gran raspón en la rodilla
izquierda, sin contar el esconderse de mi abuela durante mucho tiempo para que
no se diera cuenta de aquella travesura.
Muchos
años después, luego de tres hijos y una vida exitosa a nivel profesional y
personal, el destino le pondría la más dura de las pruebas.
Mi
madre se ha enfrentado a la muerte, cara a cara, tres veces, y, como la
guerrera que es, no le ha dado ni un segundo, ni un instante de tregua al
enemigo.
Las
cicatrices de sus batallas no tienen nada que envidiarle a las de cualquier
héroe de guerra.
Pero
hay una en particular que tiene un valor muy especial: la de su mastectomía
radical. Si, a mi madre, que es sobreviviente de Cáncer de Mamá, le amputaron
el seno izquierdo totalmente.
En
estos tiempos de superficialidad y hermosura estandarizada, una mujer como mi
madre podría ser considerada incompleta por quien no entienda el verdadero
significado de la belleza y el valor del ser humano en un concepto integral.
Para
mí, que he estado a su lado durante todos sus combates, mi madre es, al igual
que su heroína infantil, una amazona.
Las
amazonas, según la mitología griega, de donde surge el personaje de la mujer
maravilla, eran guerreras que, para poder usar mejor la espada y el arco, se
amputaban una mama, la izquierda usualmente, para poder usar mejor sus armas.
Y
para mí, la mujer maravilla y todas las amazonas de la mitología griega le
hacen los mandados a mi amazona, la mujer maravilla de carne y hueso, la
guerrera más valiente y hermosa en todos los sentidos que he tenido la dicha de
conocer y la mujer que me parió y me hizo y me hace ser quien soy.
En
este mes, que se conmemora la lucha contra el cáncer, que no es una lucha de un
día, ni de un mes, sino de todo un año y de toda una vida, sirva este pequeño
homenaje como un tributo a todas las amazonas que han luchado y que siguen
luchando contra este enemigo silencioso y cruel, un tributo a todas las que han
caído y se han levantado y han caído una vez más y se han levantado aun más
fuertes que cuando cayeron, porque ellas son nuestras guerreras, nuestras
guerreras de la vida, nuestras guerreras del amor.